Anna Bach-Faig, vocal de Alimentación y Nutrición del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona
Articulo publicado en el nº152 de Farmaventas
Indudablemente, la alimentación es un pilar fundamental de la salud y hacer cambios saludables en el estilo de vida afecta no solo a nuestro riesgo de sufrir una enfermedad y a la forma en la que nos sentimos hoy, sino también a nuestra capacidad para funcionar de manera independiente en el futuro. Teniendo esto en cuenta, es muy importante contar con profesionales sanitarios que ofrezcan un consejo adecuado en el área de nutrición, campo en el que el farmacéutico tiene mucho que aportar.
Pongamos un ejemplo. Una alimentación desequilibrada (dieta occidentalizada) a base de un consumo elevado de productos de origen animal y de un consumo de cereales refinados y azúcares simples, asociado a un sedentarismo, se ha relacionado, por ejemplo, con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, algún tipo de cáncer, obesidad, trastornos del metabolismo glucémico y caries dental. Contrariamente, un único indicador, la incorporación abundante de frutas y verduras a nuestra alimentación, se ha correlacionado como un marcador protector para padecer muchos de estos problemas crónicos. Paralelamente, las evidencias disponibles indican que las intervenciones mediante un buen consejo en alimentación y la educación nutricional pueden influir positivamente en la evolución de estos trastornos que hemos nombrado.
A su vez, según el Informe Mundial sobre el envejecimiento y la salud elaborado por la Organización Mundial de la Salud, el proceso de envejecimiento va acompañado de cambios fisiológicos que pueden afectar al estado nutricional, que ligado a la dificultad para masticar y deglutir, una dieta monótona de baja calidad, la pérdida de apetito y la disminución en la absorción de algunos nutrientes, entre otros, son factores que aumentan el riesgo de desnutrición. El documento hace referencia al estudio realizado por Beck et al., en el que se ha demostrado que el asesoramiento nutricional individualizado mejora el estado nutricional de las personas mayores en 12 semanas.
Consejo personalizado del farmacéutico
Las recomendaciones generales o las guías alimentarias son útiles, pero hay necesidad, a posteriori, de ir más allá y ofrecer atención personalizada. Y en la farmacia debemos entrenarnos para identificar los diferentes perfiles e individualizar, en la medida de lo posible, los consejos en alimentación. De este modo, hay que tener en cuenta aspectos como las necesidades nutricionales, los aspectos fisiológicos (si es hombre o mujer, un joven o una persona mayor, si está embarazada o es lactante…), o patológicos (si tiene una enfermedad crónica o una situación de intolerancia…) y, además, la práctica habitual de actividad física. Cada persona tiene unas necesidades concretas, que se traducen en unos requerimientos diferentes, y que, lógicamente, vienen derivadas por una diferente respuesta.
Pero debemos tener en cuenta que la personalización no acaba en la fisiología o la patología (como hemos hablado), sino en los gustos, en los hábitos y en el contexto social, que determinan mucho nuestras elecciones alimentarias. Es decir, la investigación en la nutrición personalizada no solo está relacionada con el aspecto fisiológico, también en el conductual. De hecho, el factor que más influye en el éxito de una pauta alimentaria es el tiempo que la sigue una persona.
Esto se ve muy claro si pensamos, por ejemplo, en el control de la glucemia. Para predecir la respuesta glucémica, debemos considerar los hábitos de vida, la microbiota y la antropometría, ya que tener en cuenta estos parámetros va a ser mucho mejor que si hablamos únicamente de respuestas fisiológicas generales.
Consultas más frecuentes en la farmacia
Son muchas y diversas las consultas que podemos tener sobre alimentación en la farmacia. Entre las más habituales, se encuentran las relacionadas con el estreñimiento y la diarrea, o las que están vinculadas con la valoración del colesterol y los triglicéridos.
Por otro lado, podemos distinguir entre tres grandes categorías. En primer lugar, son muy habituales las consultas en relación a personas de edad avanzada, debido a su especial fragilidad y a la dificultad que tienen para seguir dietas adecuadas. La relación acostumbra a ser con los cuidadores, que se preocupan por evitar llegar a situaciones de riesgo nutricional severas.
También son frecuentes las consultas relacionadas con la infancia, especialmente cuando hay intolerancias. Además, el hecho de que las madres sean usuarias asiduas de la farmacia, ya que acuden periódicamente a pesar al niño, favorece a que se acostumbren a tener al farmacéutico como profesional de referencia desde las primeras etapas. Durante la infancia, también abundan los casos de sobrepeso, que hay que abordar con mucho tacto con las familias.
Por otro lado, tanto con los mayores como con los niños, es importante ofrecer apoyo a las personas que se hacen cargo de ellos para garantizar que siguen una correcta alimentación.
Finalmente, estarían todas aquellas situaciones en las que, aunque no se da una consulta directamente, podemos observar que detrás de la petición de un medicamento o producto hay implícito un problema relacionado con la alimentación. Un caso puede ser el de la persona que consume descontroladamente laxantes y vemos claramente que está entrando en una espiral de pérdida de peso peligrosa. También se observa a menudo en personas de edad media que, por su estilo de vida o desinformación, presentan ciertas carencias. En estos casos hay que abordar el estilo de vida y, muy especialmente, los cambios de hábitos. Es muy frecuente la consulta por molestias gastrointestinales relacionadas con estrés y una mala alimentación, por lo que es vital aflorar la importancia de dedicar un tiempo de calma y de disfrute a la comida.
En cualquier caso, junto al asesoramiento, hay un elemento clave que no debemos olvidar: hacer seguimiento. Con ello no solo conseguiremos un mayor nivel de implicación por parte del usuario, sino que también mejorará notablemente la imagen que el usuario percibe del farmacéutico.
Cómo saber si los usuarios siguen una buena alimentación
Más allá de atender una consulta, para saber si las personas que acuden a la farmacia siguen una buena alimentación, hay algunos consejos que podemos tener en cuenta.
En primer lugar, empezaríamos por observar a nuestros usuarios. Si presentan pérdida de peso apreciable a simple vista o la ropa les está muy ancha, son indicadores de que algo no se está haciendo bien.
Pero hay un segundo paso que es todavía más importante: la entrevista. “¿Cuántas piezas y qué frutas consumes a diario? ¿En qué consiste tu desayuno? ¿Qué tipo de cenas realizas? ¿Eres más de carne o de pescado, cuéntame?”, son ejemplos de preguntas que se pueden plantear.
En casos de duda, no está de más ofrecer una sencilla y útil valoración: el Índice de Masa Corporal (IMC). Gracias a este índice, que consiste en medir su altura y peso, rápidamente sabremos si estamos delante de un caso de riesgo o no. Y si se dispone en la farmacia de equipos especializados, se pueden realizar medidas antropométricas que ofrecen información acerca de los porcentajes de grasa, de masa muscular y de agua.
Por último, si no lo vemos claro, podemos ir más allá y realizar algún test de alimentación, como el test de la dieta mediterránea o el Mini Nutricional Assessment (MNA). Nos llevará algo más de tiempo, pero nos puede dar información francamente útil.
Importancia de la formación
Para conseguir ofrecer un buen consejo alimentario, que incorpore todas las características que hemos comentado anteriormente, es imprescindible que el farmacéutico esté formado y actualice sus conocimientos periódicamente.
Precisamente, el Ágora de Nutrición y Salud impulsado por los Colegios Farmacéuticos de Barcelona y Madrid, a través de Ágora Sanitaria, y Nestlé Health Science pone al alcance de los farmacéuticos y el resto de profesionales de la farmacia un conjunto de recursos online que contribuyen a la mejora y profesionalización del consejo farmacéutico en un área de tanta relevancia como es la nutrición en adultos y mayores.
Más concretamente, mediante esta área formativa, se quiere incidir en la recomendación y promoción de una alimentación equilibrada y un estilo de vida saludable en una franja de edad donde la intervención del farmacéutico, como profesional sanitario cercano, accesible y de confianza, es clave para conseguir un envejecimiento sin carencias nutricionales.
En definitiva, la farmacia no solo está preparada, sino que tiene el deber de ofrecer un buen consejo en alimentación. Y es gracias a este consejo que ayudará a la población a disfrutar de una dieta completa y saludable que, junto a una adecuada actividad física, contribuirá a su bienestar, fuerza, vitalidad y calidad de vida a largo plazo y, por lo tanto, alcanzar en óptimas condiciones las etapas vitales posteriores.